lunes, 19 de julio de 2010

TODO ES MENTIRA


"Palabras encadenadas", de Jordi Galceran. Dirección y vestuario: Tamzin Townsend. Reparto: Àngels Gonyalons. Carlos Sobera. Escenografía: Jon Berrondo. Iluminación: Ignasi Morros. Madrid. Teatro Infanta Isabel. 21-9-2000.

Una pieza con voluntad de teatro de suspense como "Palabras encadenadas", donde su autor Jordi Galcerán plantea un juego de verdades y mentiras aparentes, pone realmente difícil su tarea al crítico, que no quiera "reventar" las sorpresas que encierra el argumento de la obra. Valiéndose de una pantalla gigante de vídeo, se presenta al público la confesión de un psicópata tranquilo -interpretado por el popular Carlos Sobera- que relata con todo detalle uno de sus crímenes. Cuando se hace la luz en escena, ese mismo hombre está junto a una mujer atada y amordazada. Queda establecida así la situación dramática: víctima -verdugo; hombre violento-mujer secuestrada. Parece que la obra va a adentrarse por los derroteros de la lucha de sexos. En esta larga primera parte del espectáculo, la Gonyalons no abre la boca, sólamente el hombre vil y violento conduce la acción y pronuncia el texto. El monólogo termina haciéndose monótono y aburrido. Si por una parte, el actor compone un personaje de cierta agresividad, le faltan sorpresas, giros y matices a su interpretación como para enganchar y prender el interés del público.
Coincidiendo con que ella -la víctima- abre la boca y comienza a llevar la iniciativa, se remonta felizmente la tan esperada comedia. El giro que da el argumento permite que la obra empiece a volar, y a mostrarse divertida e ingeniosa. Esta atmósfera cómica, favorece además la sátira y la burla de ciertos estamentos sociales básicos, como la familia, el matrimonio, las temidas y feroces suegras .... Àngels Gonyalons con gran energía y mejor dicción, mete marcha a la representación. Por su parte, Sobera parece sentirse mucho más a gusto en este nuevo registro, como también sucede con el público. Terminan formando una buena pareja cómica. Interpretan la escena sexual más procaz -y, a la par, más vestida- del reciente teatro español. Los diferentes finales de la obra que se representan, harán debatirse al público en su propia elección.
La escenografía de Berrondo no presenta esta dualidad que encierra el texto. El espacio es realista y lúgubre, un cruce entre alcantarilla, zulo y sala de tortura, realizado sin ambigüedades formales ni concesiones irónicas. "Palabras encadenadas", artísticamente es un producto ambiguo. Podría ser un interesante conato de construcción de una "Nueva comedia negra española"; pero, demuestra una vocación irresistible por competir con el teatro policíaco anglosajón, (todo un canon en sí mismo), tan de moda en la cartelera madrileña en las últimas temporadas. Su definición pasa por una cuestión de metas y de rumbos.

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