domingo, 18 de julio de 2010

SERENTA DE MIEDO Y VIOLENCIA


"Del otro Lado". De y dirigido por: Borja Ortiz de Gondra. Reparto: Adan Black. Pepa Pedroche. Antonio Villa. Espacio escénico y vestuario: Elisa Sanz. Coreografía: Gadea San Román/Alicia P. Mantaras. Madrid. Escena Contemporánea. Sala Cuarta Pared. 21-2-2001.

Desde que en 1990 se estrenara en Madrid "Yudita", de la escritora y dramaturga madrileña Lourdes Ortiz, este crítico no conserva memoria de que un tema de tan candente actualidad, como la violencia organizada y ejecutada implacablemente con fines políticos, haya alumbrado ninguna otra pieza teatral, hasta este "Del otro lado", del dramaturgo vasco Borja Ortiz de Gondra. La condena absoluta o la aproximación a las razones de los movimientos terroristas, suministra un material de tragedia contemporánea de enormes posibilidades. Quizás la vigencia y virulencia del gran conflicto moral y social, que pone en marcha el terrorismo, haya sido causa de inhibición de muchos de nuestros dramaturgos actuales -o recientes-, para adentrarse -en carne viva- con las pinzas del teatro, en una herida social tan delicada como ésta. Algunos pueden pensar, que falta perspectiva histórica para calibrar el alcance de los hechos, desde un escenario; otros, quizás sólo pretendan mantenerse al margen de compromisos públicos, para esquivar peligros indeseables.
El teatro puede y debe ofrecer al público el consuelo de afrontar directamente los conflictos que a todos preocupan. En esta "funcionalidad pública" reside la razón de ser de su futuro; en que sea un arma y un instrumento terapéutico colectivo; y no en quedar reducción a vehículo de expresión y desahogo de unos bufones exhibicionistas; o, una vía segura para el enriquecimiento de unos ávidos y fariséicos kamikazes teatrales. El teatro que se multiplica en el interés del público, es el que puede llegar a convertirse en comunicación viva, lejos de retóricas escandalosas y mercantiles.
A Borja Ortiz de Gondra, hay que felicitarle por el atrevimiento de haber trasladado un tema como el terrorismo, a escena. Aunque, también hay que señalar, que más que afrontarlo directamente, más bien se aproxima a él, bordeándolo.
La obra muestra a dos hermanos amarrados por el mismo amor y la misma tragedia. Su madre y su otro hermano murieron en un atentado de coche bomba, dirigido contra su padre. Los años han pasado; ahora, una mujer los une y, a la vez, los separa. A uno, lo asesinan violentamente delante de su novia. Ella se empareja con el único hermano que queda vivo. Todo es duro, pero la vida sigue, mientras cae la lluvia. Nadie protesta o denuncia, todo es silencio, rabia e impotencia. Demasiada delicuescencia dramática para un conflicto tan real, sólo avizorado a lo lejos, en esta pieza. El público se queda con hambre de profundizar en la reflexión escénica que se le plantea, y que apenas queda bocetada, entre otras razones, por los escasos 45 minutos que dura la representación.
La dirección del autor es sobria, correcta y elegante. Elisa Sanz crea un espacio escénico tan sobrio como significativo.
Los actores son sobresalientes. Pepa Pedroche destella con luz propia, a través de su resonante interpretación, y su voz particularísima. Adan Black y Antonio Villa dan vida a los dos hermanos con profundo calado dramático. Hay que destacar que el montaje consigue crear una atmósfera peculiar, gracias al eficaz y sugerente uso que se hace de la música y el baile.

No hay comentarios:

Publicar un comentario