domingo, 18 de julio de 2010

EL MUÑECO QUE CONTÓ SU SUEÑO


"Quijote". Guión escénico a partir de la obra de Miguel De Cervantes: Jaume Policarpo. Dirección: Carles Alfaro. Intérpretes. Jaume Policarpo. David Durán. Música: Joan Cerveró. Producción: Bambalina Titelles. Madrid. Teatro de la Abadía. Estreno: 13-12-2000

La técnica japonesa de manipulación de muñecos conocida como Bunraku, tiene su origen a principios del S.XVIII, cuando se popularizó gracias a la prohibición del teatro kabuki, acusado por las autoridades de conspicuo e inmoral. Hubo un período de más de cincuenta años sin teatro de actores; sólo los muñecos podían salir a escena. Quizás por eso, estas marionetas (articuladas por un sistema de gatillos) sean casi de tamaño natural. Necesitan tres manipuladores cada una, para poder desplegar su amplia gama de expresiones y movimientos. El maestro manipulador rige la cabeza y la mano derecha del muñeco. El primer aprendiz da vida a la izquierda; y el segundo se encarga sólo de las piernas. El único que lleva la cara descubierta es el maestro, los otros dos se ocultan con guantes y velos negros. Les acompaña una orquesta, cuyo solista desgrana en su voz la letra de la peripecia escénica. El público disfruta de toda esta ceremonia presidida por unos muñecos de brillantes colores, que transitan por el mundo de sueños.
La Compañía Bambalina Titelles de Valencia ha incorporado en "Quijote", mucho de esta filosofía teatral de los muñecos japoneses. No intentan contar "El Quijote" con muñecos, sino que logran realizar la escenificación onírica de un sueño del famoso hidalgo manchego. A la luz de dos bloques de velas, dos manipuladores dan vida a unos libros y a unos muñecos sobre el breve recinto de una mesa. Estos marioneteros miman su trabajo con calidez y ternura, y consiguen transmitir al público emociones muy prístinas y candentes. La densidad del silencio de la sala, puede calarse muy honda, asistiendo al misterio telúrico del muñeco que toma vida y camina, ante el ensimismamiento del público.
"Quijote" es un trabajo teatral perfectamente ajustado a la mejor filosofía del teatro poético de marionetas, pero algo deshilvanado técnicamente. Los muñecos resultan pequeños y de ropas muy oscuras, como para soportar la rivalidad de los rostros descubiertos de los manipuladores. Sólo cuando éstos se tornan también personajes, o presencias fantásticas que asaltan a Don Quijote y a Sancho, tiene valor ese rostro humano expresivo; el resto del tiempo distrae. Por otra parte, las acciones de los muñecos terminan resultando largas y lentas, mas que precisas. El interés dramático se mantiene -a veces- más por la grabación musical, más que por los mismos muñecos. La palabra ha sido sustituida por una especie de bolo masticado de sonidos, pobre sonoramente.
El público del día del estreno reclamó con sus reiterados aplausos la presencia en escena de estos amorosos muñequeros valencianos, que ponen toda su alma y su poesía en este evocador espectáculo.

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