lunes, 28 de junio de 2010

UN ARTISTA DEL PUEBLO


"Serenata argentina”. De, interpretado y dirigido por: Enrique Pinti. Madrid. Teatro Albéniz. Festival de Otoño 2002.

Enrique Pinti es un personaje genuino de la escena argentina, popular y querido por el público. Su valor consiste en salir a escena a cuerpo descubierto, para ejercitar sus dotes de humorista e intelectual, conciliados desde la más desvergonzada bufonería. Es una figura personalísima. Pocos actores -y menos escritores- se lanzan al monólogo dirigido al público, donde el artista despliega un rico abanico de registros escénicos que pasan por el cuentacuentos, el rapsoda, el remedador, el histrión, que domina la palabra a una velocidad de vértigo, siendo su principal instrumento para cautivar a su auditorio. Sólo un país tan verbal como Argentina, podría parir y aceptar un humorista como Pinti, que no cesa de hablar durante toda su actuación. Aunque no usa el cuerpo como un mimo, hay en él algo de Darío Fo, cruzado con Lina Morgan, Leo Bassi, y hasta un cierto ramalazo de Ramón Gómez de la Serna.
Pinti acomete su perorata, en una atmósfera de incienso, confesándose un dinosaurio extraño en estos tiempos de Internet, telefonía móvil, y demás revoluciones informáticas. La sátira de Pinti está tan destilada que se hace universal. No hace falta ser argentino, para desternillarse con su lúcida y arrasadora visión de los hechos.
Pinti es un escritor que conoce y explica maravillosamente bien la condición del argentino, sosteniéndose en la mezcla de razas y nacionalidades que se ha dado en su país. El humorista deviene conferenciante apasionado con un gran efecto didáctico sobre el auditorio. Su indignación frente a los hechos que oprimen desde hace un año la Argentina, es valiente, lúcida y plausible, como se encargó el auditorio de subrayar con sus aplausos.
Osado, procaz, aficionado a los tacos y a los chistes escatológicos, Pinti representa al argentino más entusiasta, colérico y apasionado. Toda una reafirmación en la función consoladora del teatro, frente a las más bajas estafas sociales que complican hasta la amargura la vida del pueblo. Con la misma mordacidad que desgarra las entrañas de su país, lo recompone con el orgullo profundo y el respeto que le merecen todos los que hacen su trabajo con amor, y en particular los creadores.
Numerosos artistas e intelectuales españoles -junto con media colonia argentina en las butacas- acompañaron a Pinti la noche del estreno. Al final de la representación, el público se puso en pie para ovacionarlo.

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