martes, 29 de junio de 2010

ÓPERA ÍNTIMA DEL CUERPO *


"Nightmare. Yegüa de la noche”. Guión y dirección: Marta Schinca. Dirección escénica: Rafael Ruiz. Actriz: Helena Ferrari. Voz: Carmelo Gómez. Vídeo: Javier Ruiz. Vestuario: A. Andujar y H. Kriukova. Coreografía en “Despertar”: Elvira Sanz. Madrid. Galileo Teatro.

La poesía, la guerra y el teatro tienen en común que no son hechos exclusivamente objetivos, no existen per se, sino por el efecto que producen en quienes la viven. En los tres hay algo de pesadilla más o menos desaforada. A este mal sueño, Borges lo llamó: “Nightmare. Yegua de la noche”. A partir de este hilo, se teje la obra del mismo nombre, que ha dado lugar a un oportunísimo y poético espectáculo sobre la guerra, el sueño y la violencia.
El montaje se presenta a sí mismo como un espectáculo gestual, esto es integrador de diversos tipos de lenguajes, que no tienen que estar intrincados exclusivamente con la palabra. Querámoslo o no, es el teatro que tiene más futuro, porque transciende las fronteras naturales de las lenguas, y eleva el poder sugestivo del lenguaje escénico, hasta el meollo ideológico. Se pueden decir muchas cosas sin palabras, se pueden transmitir muchas visiones vitales sin un texto que lo acompañe, se puede profundizar más en la emoción de cada espectador, porque se entra en él a través de los sentidos, para que sea el público partero de sus propios juicios.
El espectáculo está tocado de una rara belleza recién nacida, como si con él se alumbrase un género. Pocas veces tiene el público oportunidad de quedar embelesado con la belleza que toma forma, sonido y melodía, ante sus ojos, sobre las tablas. Pero, de las criaturas de la noche no hay que fiarse, pueden convertirse en yegüas salvajes que nos destrocen bajo sus cascos.
Marta Schinca ha concebido y dirigido –con la ayuda de Rafael Ruiz- una ópera íntima del cuerpo, en el que la Naturaleza se cuela en la representación, como todo un manifiesto de vida. Helena Ferrari, con una exquisita y rara personalidad escénica, eleva con su cuerpo estilizado en movimiento, una galería de retratos humanos y de bestias, convertidos en manecillas del reloj del tiempo. La belleza y la fuerza dramática creciente de la danza y la música transmiten una gran intensidad a esta representación, que se convierte en un viaje nuevo y posible para la sensibilidad del público.
El montaje de “Yegüa de la noche” tiene otro rara virtud, y es que incorpora un sugestivo audiovisual de Javier Ruiz, proyectado a tamaño telón, y en diálogo permanente con la actriz. Todo un acierto que enriquece esta original y vanguardista propuesta de la veterana compañía madrileña Zascandil, que debería verse en Madrid programada regularmente. Abre una nueva ruta hacia el teatro de la poesía y el movimiento, que enriquece el corto prisma de nuestra mermada, uniformada y monócroma oferta escénica.
* Crítica inédita

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